miércoles, 7 de enero de 2009

Caminos


Miré hacia el horizonte, allí donde el alambrado de púas le arrancaba un ramillete de sangre al magistral ocaso. El viento húmedo me azotaba el rostro tratando de desprender esos recuerdos que dolían pero que me negaba a abandonar porque eran parte de mi historia.

Sin volver la vista seguí mi camino hacia el Este. No sé si porque allí me esperaba la vastedad del mar o la grandeza del amanecer. Simplemente aposté a la vida, y casi sin querer, gané un destino de sueños.

1 comentario:

Charly T. dijo...

Amiga, siempre has apostado a la vida, los que te conocemos sabemos de tu lucha y de tu esfuerzo. Hermoso cuento.